Adiós Villa Búho: Gracias por todo!
Este es un fin de semana my importante para mí, mi esposa y mis hijas. Se cierra un ciclo importante en nuestras vidas. En la mañana de hoy, al secarse la tinta del contrato de venta definitivo renunciamos legalmente a seguir llamándonos los dueños de la Villa 15 del Residencial Villas Ximenoa. Un galardón que nos acompañó por casi 10 años, y que se refería a lo con frecuencia llamábamos “nuestra casita en la montaña”, “Villa Búho” o simplemente “Jarabacoa”, como por años las niñas pensaron que se llamó ese pedacito de tierra, en lugar del pueblo donde ésta queda.
Reflexiono hoy, con algo más que nostalgia,
sobre todo lo que vivimos a lo largo de estos 10 años en Villa Búho, ordenando los
miles de recuerdos, recordando las lecciones de vida allí aprendidas y tratando
de clasificar un montón de emociones que me surgen al cerrarse este capítulo
del libro de nuestra familia.
Todo empezó como casi todos los proyectos importantes
que me he planteado en la vida: nace una
idea que va tomando forma con algo de tiempo y romanticismo y que luego se
convierte en determinación cuando es afianzada por el análisis inevitable que
mi formación de ingeniero obliga a este cristiano a encarar la vida y sus
dilemas.
Mi esposa Rocío y yo vimos con ilusión la
posibilidad de poder tener una casita rodeada de naturaleza, un refugio donde nuestras
niñas pudieran jugar, sentir la grama mojada en sus pies, en un espacio seguro
y familiar que sirviera de escenario propicio para la creación de enriquecedoras
experiencias en su crecimiento.
Conocimos la constructora y su primer proyecto –
Villas Ximenoa- que tenían ya completamente vendido y servía como prueba
fehaciente de lo que sería la segunda etapa, Ximenoa Gardens, donde finalmente
compramos. Un diseño fresco, innovador y
muy atractivo de casas pequeñas pero acogedoras fue explicado por los
desarrolladores, el Arquitecto Ronny Pastrano y su esposa Rebeca, gente seria y
adornada por un auténtico sentido de humildad y de servicio.
Nos decidimos conjuntamente con una pareja de
amigos, Osvaldo e Ivana, y escogimos la locación de las casas con el objetivo
claro de ser vecinos y minimizar el riesgo de que se nos mudara – por lo menos
de uno de los lados – algún indeseable. Así
fue y a través de los años, compartimos innumerables veces, incontables copas y
comidas, y vimos a nuestras hijas crecer y cruzar de una casa a la otra para jugar
y divertirse. Pienso ahora, que el hecho
de iniciar esta aventura con amigos en común e ir viviendo la experiencia
juntos contribuyó grandemente a lo positiva de la misma.
El que solo ha ido a casas de veraneo a
disfrutar, ya sea alquilada o invitado por familiares y amigos, no puede
entender el significado de lo que es levantar un proyecto desde cero. Poder influir a nivel de planos en su diseño,
modificar elementos a tu gusto, los viajes a ver el proceso durante la
construcción, el manejo de las expectativas versus la realidad, el día que
recibes tu casa ….son experiencias que hay que vivir para poder comprenderlas a
cabalidad.
Llegar a un Airbnb y encontrar todo armadito,
todo elegido para ti, no por ti y que no tengan significado ni guarde relación
con tu historia personal es algo muy distinto a tener tu espacio. Cada ambiente creado de alguna forma por otra
persona, con sus reglas y condiciones y no las tuyas reafirma tu condición de
pasajero, una palabra que no por casualidad también sirve para describir
situaciones temporales y no permanentes.
Ese disfrute fugaz puede ser agradable, fácil y apetecible para buscar
el descanso ocasional, pero sin duda queda corto en relación a la experiencia
de crear tu propio espacio de disfrute.
¿Espacio de disfrute? Eso es lo que sin duda
es. Un espacio no creado pensando en la
necesidad y la practicidad, sino en maximizar el tiempo bienestar cuando se está
en él. Interesante concepto que me lleva
a la pregunta: ¿Cuántos proyectos hacemos porque queremos hacerlo y no porque tenemos
que hacerlo?... creo que lo más cercano serían las vacaciones, casi todo lo
otro es por necesidad…. entonces ¿Cuántas veces tomas vacaciones al año? ¿Dos o
tres veces por año? Imagina tener la dicha de poder construir ese destino que
se convierte en tus mini vacaciones una o dos veces por mes. Creo que ahí subyace lo atractivo de la propuesta
ya que nace desde el querer y no desde la
obligación.
Repaso en mi mente cada rincón de Villa Búho y
creo poder recordar el momento en qué colocamos cada cuadro, cada adorno, cada pedacito
de nuestra historia allí. Cuando decidimos
poner un jacuzzi – vaya proceso!, los cientos de prueba y error con las plantas
del jardín, el sembrar aquella matica de mango que me trajo Minga, la hielera
de madera, la vitrina roja, el colocar la hamaca Colombiana, el pintar las
casitas de los pajaritos con las niñas, posicionar los muchos adornos y regalos
de Búho que fueron llegando con el tiempo e ir armando nuestra casa con algunos
muebles nuevos y otros con una larga historia familiar, son solo algunos ejemplos
del empeño y significado de estos procesos.
Es por esto, que el tener una casita en el
campo, en la playa, montaña, en la provincia de los abuelos o donde Ud quiera, nunca
será algo que pueda ser justificado desde el punto de vista práctico o a través
de un análisis económico sin incluir los factores emocionales asociados a la
misma. En su practicidad típica, los norteamericanos
le llaman “second home” a estas casas, que bien podría traducirse como segundo
hogar, y he allí la clave del asunto. ¿Qué
valor le puedes poner a tu hogar, sea este primero o segundo?.
¿Puede un cálculo típico de rentabilidad medir
estos 10 años de experiencias inolvidables que vivimos en Villa Búho? La satisfacción de poder crear un ambiente de
distensión, al cual llegábamos junto con nuestros invitados con el único objetivo
de pasarla bien ¿qué utilidad puedo asociarle?.
Si mis hijas pudiesen indicarme qué significó para ellas pasar fines de
semana enteros con sus abuelas, sus primos y amiguitos que venían a sus padres,
¿con qué número vendrían?, creo que sería impagable el número.
Villa Búho vio celebrar muchos cumpleaños de la
familia, y hasta de los amigos. Igualmente
se hizo costumbre familiar para los Obando Castellanos el pasar el 31 de
Diciembre por allá y siempre que estuvimos en el país, disfrutamos de la
neblina que saluda al proyecto a las 11:45pm de ese día y luego desaparece como
si fuese un acto de magia.
Como la vida es un camino, la carretera hacia
Villa Búho juega un papel importante en la experiencia. El trayecto Santo Domingo – Jarabacoa se
vuelve una especie de ritual en el cual te familiarizas con el paisaje, vas
eligiendo tus puntos favoritos para tomar un café, picar algo, o incluso hacer
coincidir las horas de viaje con algún antojo del típico Bonao. Esas dos horas de camino permiten desconectarte
de la realidad de la ciudad, dejar atrás los problemas, propiciar la conversación
con la pareja, e iniciar el disfrute de la música que va creando ese ambiente
especial que uno siente desde que empieza a subir la montaña desde su falda.
Siendo sincero, confieso que no todo es color
de rosa. Tener un segundo hogar, exige que
le demos el calor que este requiere y ciertamente Villa Búho no fue la excepción.
Miles de veces necesitas llevar cosas desde la capital, arreglar lo que se daña,
comprar algo, mandar a pintar, bregar con plomería, mantenimiento de la madera,
fumigar las avispas, podar las matas, etc, etc, etc…. mientras los demás se
divierten y disfrutan de la casa veraniega.
En algún punto esto pudo haberme abrumado, en especial cuando volvía
luego de meses sin visitar la casa luego que nos mudamos a Panamá y me
encontraba una larga lista de tareas. Es la parte ingrata y que nadie ve. Pero como todo desafío tiene su solución, la
historia de Villa Búho no sería la misma sin el apoyo que me brindaron grandes
amigos durante los años que vivimos en el exterior y cuando, a pesar de tener a
nuestra querida Miledys desde siempre, se presentaba alguna situación que requiriese
atención y superaba su capacidad resolutiva.
Fueron varios quienes nos tendieron la mano, pero en especial he de
mencionar a Emmanuel y Julia quienes tomaron el rol que típicamente hubiesen
desempeñado mis hermanos o los de Rocío, pero a quienes la vida los llevó a
otras latitudes y fueron, uno a uno – e incluyéndonos -, convirtiéndose en dominicanos
ausentes, emigrantes a otros países en busca de nuevas y mejoras oportunidades.
Mi esposa siempre me decía que esto de estar
arreglando cosas y estar pendiente de la casa era algo que yo parecía disfrutar,
y creo que ciertamente así fue. Entendí
hace años que realmente no somos dueños de nada, somos cuidadores y
administradores de los inmuebles, espacios, muebles, vehículos que la vida nos
facilita. Casi todos estos van a
sobrevivir nuestra etapa de “pertenencia” y pasarán a otras manos. Cuando ves esto de esa manera, tu rol cambia
y te enfocas en la experiencia más que en la tenencia. En el disfrute en todo el sentido de la
palabra y en atesorar los momentos que puedes compartir con los seres queridos. Esto es lo realmente importante.
Creo que cumplimos con nuestro rol con Villa
Búho, la creamos de la manera que la fuimos soñando, hicimos de ella un lugar
muy especial, la cuidamos con esmero, la disfrutamos a plenitud, y aunque tuvimos
algún problemita ocasional con ella, como en todos los amores verdaderos, fueron
sin duda muchísimos más los momentos buenos.
Ahora, es tiempo que otra familia continúe con esta función y pueda
crear sus memorias en su terraza, saboreando un cafecito y escuchando la naturaleza
y sus sonidos matutinos.
Agradezco enormemente el rol que jugó Rocío en
Villa Búho. Por apoyarme en este
proyecto, desde emocionarse por la idea, ponerle el nombre a la casa, construir
juntos este refugio, apoyar todos mis proyectos allí, dejarme poner todos los
cuadros que traía de mis viajes, aceptar como suyos a mis amigos y sus familias
y por último tener la valentía de ir a entregar la casa, algo que temo “yo no
hubiese sido capaz”, como decía mi papá a veces.
Al momento de cerrar la venta, la pareja que a
partir de hoy será la cuidadora de la casita número 15, nos extendió un sincero
agradecimiento por “haberlos escogido a ellos” como los próximos dueños, siendo
esa quizás nuestra última decisión sobre Villa Búho. A partir de ahora, esta nueva familia
construirá su historia en sus paredes, patio y áreas sociales así como lo
hicimos nosotros por tantos años. A los
nuevos inquilinos los vemos cargados de ilusiones y con deseos de darle cariño a
la que desde ya llaman “Villa Bendición”.
De corazón les deseamos millones de bendiciones y que tengan las más
extraordinarias experiencias como familia, con amigos y de forma individual allí.
Villa Búho: Siempre tendrás un lugar
privilegiado en mis recuerdos, de esos que atesoramos de las cosas que amamos
profundamente, y te tendré presente en los miles de fotos y videos que tomé a
través de los años. Entre estos encontré
este video que da fe que nuestra decisión contigo fue acertada y que no me
debes nada: mis hijas fueron felices en
tu patio, que fue testigo de su crecimiento en estos casi 10 años. Se que estarás
en sus corazones por siempre. Esto es suficiente para mí.
Gracias por todo!!